lunes, 22 de noviembre de 2010

HAY OTRA SOLUCIÓN PARA ATACAR A LA CRISIS QUE TANTO NOS AFECTA.


El principal objetivo del gobierno español, de la UE, y del mayor partido de la oposición española es la reducción del déficit del estado, cuando en realidad debería ser la reactivación del mercado de trabajo, (que en España comienza a ser insoportable). En estos ámbitos se asume que la bajada del déficit es el paso más importante para iniciar la recuperación económica, se supone que tal bajada del déficit recuperará la confianza de los inversores y de los mercados, un tanto apagada en estos momentos. Con el motivo de alcanzar este objetivo, estamos desarrollando unas políticas de austeridad del gasto público que están dañando el bienestar de la población, especialmente de las clases populares.

Esta tesis de bajar los déficits públicos para alcanzar la recuperación económica es profundamente errónea. Al contrario, el sacrificio que están imponiendo afecta negativamente la recuperación económica y es profundamente perjudicial para la calidad de vida de la población. El profesor de economía James K. Galbraith explica en un reciente artículo en la revista The American Prospect por qué esta tesis está equivocada. En primer lugar, la mayor causa del déficit público no ha sido el incremente del gasto, sino la reducción de los ingresos del estado, consecuencia, en parte, del descenso de la actividad económica y también de la reducción de los impuestos, que la mayoría de los países de la OCDE. (incluyendo España) han ido realizando durante estos años. En realidad el 50 % de la reducción de los ingresos fue consecuencia de la crisis, y un 40 % se debió a la reducción de impuestos. Unicamente un 10 % se debe a gastos especiales dedicados a estimular la economía. La evidencis es, pues, abrumadora, mostrando que el argumento neoliberal que sostiene que el déficit del estado es consecuencia de un excesivo gasto es erróneo y claramente ideológico, sin base científica alguna.

Pese a estas consideraciones, en España se ha optado por un drástico recorte del gasto público, lo cual viene a perjudicar aún más a las clases menos pudientes, con aumento del desempleo y, por lo tanto, de la pobreza.

La segunda observación del profesor Galbraigth es que las predicciones de la reducción de los déficits son tan poco creíbles como las predicciones del colapso de la Seguridad Social. El número de supuestos que deben hacerse para que estos alcancen estas estimaciones a largo plazo son tantas y tan valorativas, que las cifras que se dan deben tomarse con gran escepticismo.

En España esto aumenta considerablemente el temor de las clases débiles, ante el castigo que esto representa para ellos.

La tercera observación es que el mayor problema que existe en cualquier país no es el déficit público, sino el desempleo. En realidad el segundo es consecuencia del primero, y no al revés. El elevado desempleo contribuye a aumentar el déficit, pues el estado deja de ingresar los fondos de la población que estaría empleada. De ahí que sin reducir el desempleo no se podrá reducir el déficit. En consecuencia, la recuperación económica àsa por crear empleo, incluso a costa de que aumentase el gasto público para estimular el crecimiento del empleo.

En España hemos optado por eliminar todo tipo de ayudas a los parados, dejando a su suerte a las clases bajas, para favorecer únicamente a la Banca y a los especuladores, verdaderos causantes de la terrible crisis que nos aqueja, y que es de orden mundial, no creada por el Gobierno de Zapatero, como la mayoría de medios de la derecha nos tratan de hacer creer.

La cuarta obsevación que se deriva del texto de Galbraigth es que la mejor manera de reducir el déficit público es estimulando la economía, mediante una batería de intervenciones, de las cuales la creación de empleo, incluso de empleo público, es esencial. Reducir el déficit reduciendo el gasto público, es profundamente erróneo.

La quinta observación que hace Galbraigth es que un país con un Banco Central que actúe como Banco Central (que no es el caso de la UE, con el Banco Central Europeo, que no es un Banco Central, sino un lobby para la Banca, y muy en especial para la banca alemana), el gobierno siempre puede crear recursos. Siempre y cuando el Banco Central tenga imprentas para imprimir moneda, éste puede tener el dinero que desee. El peligro que puede crearse en caso de aumenterse la liquidez, es la inflación (hoy sim embargo el problema es el inverso, la deflación) y la devaluación de la moneda, lo cual no iría mal ni al dólar ni al euro (en caso de que el Banco Central Europeo actuara como Banco Central, ayudando a los estados de la Eurozona).

Una sexta observación que podría haberse añadido, es que un estado que se precie de ser justo, puede siempre generar recursos incrementando la progresividad fiscal que ha ido deteriorándose durante el largo período neoliberal. Como señala John S. Irons en otro interesante artículo, “Economic Recovery and Fiscal Balance”, es que es bochornoso que Warren Buffet y Hill Gates tengan, en la práctica, la misma tasa de gravación fiscal que sus secretarias. Lo mismo podría decirse de Emilio Botín, el banquero más rico de la UE.

La séptima observación que Galgraigth hace es que una intervención pública de gran calado para estimular la economía no es el abaratamiento de los salarios (ni tampoco facilitar a los empresarios el despido de sus trabajadores), sino garantizar el crédito, incluso a base de crear entidades públicas de crédito (tal como ha propuesto (tal como ha propuesto Joseph Stiglitz).. Galbraigth propone la creación de una entidad pública como el Reconstruction Finance Corporation, creada por el Presidente Roosvelt durante el New Deal, que garantizó el acceso al crédito..

En nuestro país no se ha hecho nada de esto, sino que únicamente se ha apoyado a la gran banca, sin exigírsele nada a cambio. Por lo que la banca ha continuado sin ofrecer el crédito tan necesario para el desarrollo y el fomento del trabajo.

Una octava observación. Continuador de la anterior, es la reforma del sistema financiero que, además de establecer una opción pública que competiría con la banca privada, esta estaría más regulada, prohibiendo las actividades e instrumentos especulativos que nos llevaron al desastre. Tendría que ser un objetivo de los estados gravar las actividades fácilmente predecibles como especulativas, y disminuir las rentas del capital financiero, que son a todas luces excesivas, y que se han disàrado a costa de las rentas del trabajo y del capital productivo.

Aquí apenas se han tocado los porcentajes impositivos a las grandes fortunas, para evitar que se sientan agredidas, y evitar la fuga de capitales hacia paraísos fiscales, lo que parece ser que no se está consiguiendo.

Lo que propone Galbraigth lo han propuesto también muchos otros economistas tanto en EEUU (Joseph Spiglitz es uno de ellos), como en España, aunque en este último caso, tales voces continúan marginadas o silenciadas en los mayores medios de información, y ahí está el problema. En estos momentos de grave crisis el debate político es entre el gobierno, que está reduciendo el déficit a base de recortar el gasto público, y la oposición (PP y CIU), que quieren recortarlo todavía más. Mientras que el debate se centre en quien recorta más, la economía irá de mal en peor.

Lo anteriormente escrito demuestra que existen otras formas menos dolorosas que las que estamos sufriendo para solucionar la crisis mundial que afecta al mundo entero, y que en España se deberían adoptar, dejando de castigar a los más débiles económicamente.

J.M.Oviaño, sobre un artículo de Vicenç Navarro.

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