martes, 19 de octubre de 2010

LOS VALORES DE LA IZQUIERDA COMO DESAFÍOS DE LA CIUDAD.


Nuestros valores de izquierda son un referente ético y necesario para acabar con un neoliberalismo que ha hecho del egoísmo del capitalismo la principal causa de la injusticia social, la desigualdad y la insolidaridad. Nuestros éxitos del pasado, incluso del más reciente, han avalado un modelo de convivencia y de conquistas sociales que son inalcanzables por los modelos neoliberales existentes,mayoritariamente ahora en Europa. Como socialistas debemos tomar la iniciativa y rediseñar nuestros esquemas, que fácilmente pueden encontrar en la ciudad nuestro referente.

Hay que recordar que la ciudad, como tal, fue en épocas pasadas el refugio de la libertad, por lo actualmente debe de ser el de las ideas y de los comportamientos, de una nueva política de izquierdas, que devuelva a los ciudadanos la ilusión por participar en las decisiones sobre el presente y el futuro de su ciudad.

Los ciudadanos/as tienen que sentir el respaldo y el apoyo de los/as socialistas cuando se enfrentan a sus problemas diarios y cotidianos. No nos basta con estar a su lado, al de sus problemas y esperanzas, tenemos la obligación de devolverles el valor como personas de sentirse ciudadanos/as.

Como integrantes de un proyecto de izquierdas tenemos una responsabilidad especial en las ciudades; debemos seguir mostrando la diferencia con la derecha, reforzando la sociedad civil. Pero debemos cambiar algunos comportamientos y talantes; el talante es la manera de practicar la empatía política, por hay creo que deben empezar los cambios. Si queremos que las ciudades y sus ciudadanos/as, participen, hablen y se involucren con nuestro proyecto, debemos como socialistas, ser los primeros en escuchar. Es por ahí por donde comenzaremos a reinventar la ciudad. En las ciudades es donde nosotros/as podemos marcar las diferencias de las políticas que tenemos con la derecha.

Hay que avanzar en aumentar el poder de las ciudades, no debemos olvidar que históricamente, que ellas fueron el origen del poder.

Debemos revindicar el poder de la ciudad, profundizando en la autonomía de las mismas; pero debemos evitar que estas se conviertan en una obra permanente, tiene que ser algo más, y ahí es donde los/as socialistas debemos encontrar los elementos necesarios para una permanente reinvención de las ciudades, evidentemente tenemos que se r capaces de asfaltar calles, colocar farolas, hacer carriles bici, promover un buen transporte público, etc., pero sobre todo debemos hacer que las ciudades sean habitables en toda la extensión de la palabra. Es decir debemos entender la ciudad como un conjunto ordenado de edificios, ese el sentido que los urbanistas le dan, pero nosotros/as tenemos una concepción más amplia, vemos a la ciudad como un espacio donde las mujeres y los hombres viven y modulan sus relaciones sociales en función de la forma de vida que esta les impone, y aquí es donde deja de ser un espacio físico para convertirse en un hecho social que debe ser “pensado y estructurado” para poder prever su forma deseable y su evolución posible. Para que esta ciudad sea un lugar digno y donde el espacio físico sea un hecho social, las políticas socialistas deberán estar orientadas en tres grandes apuestas: la planificación, la previsión y el diseño, que son y deben de ser los instrumentos necesarios que los socialistas utilicemos para gobernar una ciudad o un pueblo.

La planificación, es la forma eficiente de evitar que los éxodos urbanos puedan hacer inhabitables las grandes ciudades. Esta planificación hace que se puedan diversificar los usos urbanísticos y se puedan solucionar correctamente la distribución de los servicios, tanto en los centros históricos como en las periferias. Para los socialistas la correcta planificación debe servir para repartir los beneficios que la ciudad produce, lo más equitativamente posible.

Planificar con previsión, haciendo participar a los sectores afectados, con unas “normativas” claras y sencillas, y con la flexibilidad necesaria para que las previsiones se adapten a la realidad cambiante, ya que es el mejor camino para evitar que los nuevos desafíos a los que esta sometida la ciudad, no hagan de ella, un lugar con un modo de convivencia ineficiente, incomodo, insano y lo peor caro. Habrá pues que combinar la racionalidad económica y el derecho a la ciudad que tienen sus habitantes con un control del suelo y de su aprovechamiento lucrativo, de tal forma que el reparto de sus beneficios y cargas sea justo, exigiendo mecanismos de transparencia en la asignación de esos beneficios y cargas.

Habrá que diseñar, equilibrando la ciudad, rehabilitando sus centros históricos y al mismo tiempo dotar a las periferias de los servicios básicos, organizando correctamente la red de servicios públicos que atienda a unos criterios de eficiencia para la población. Lo que deberá dar lugar a distintos grados en la prestación de esos servicios, atendiendo a la densidad de la población de cada zona, o a la simultaneidad de las necesidades en los barrios.

Es evidente que el desarrollo de una ciudad exige la construcción de las infraestructuras necesarias, pero tiene que ser compatible con un modo de vida confortable para sus ciudadanos, que no tienen que estar sometidos a una obra permanente.

Rafa Sanchis

Sº Acción Electoral y Formación

C.E.D. de l´Olivereta.

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