viernes, 11 de diciembre de 2009

LA HUELGA DE HAMBRE DE AMINATOU HAIDAR

Ana Cruz

El próximo domingo se cumplirán cuatro semanas de la huelga de hambre iniciada por la activista saharaui Aminatou Haidar. Hace solo treinta días, muchos de nosotros apenas habíamos oído hablar de esta mujer, que lleva décadas luchando por la autodeterminación de su país, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Volvía de Nueva York el pasado 13 de noviembre, donde había recibido una mención honorífica del Premio Coraje Civil 2009 de la Train Foundation, uno de los muchos galardones que ha recibido o a que ha sido nominada a lo largo de sus más de veinte años de lucha, entre ellos también el Nobel de la Paz. Como otras muchas veces, con su pasaporte marroquí, intentó entrar en El Aaiún, pero identificándose como ciudadana saharaui, no marroquí.

Lo que en otros momentos se había considerado como un acto de disidencia sin mayores consecuencias, el pasado 13 de noviembre fue interpretado como un acto de rebeldía que llevó a las autoridades marroquíes a impedir la entrada de Aminatou Haidar en su país y expulsada a España (donde el avión que le había llevado a El Aaiún había hecho escala), después de habérsele retirado el pasaporte. Dicen que, probablemente, esta actitud de las autoridades marroquíes estuvo motivada por el llamamiento que, unos días antes, con motivo del 34º aniversario de la Marcha Verde, el rey Mohamed VI había hecho instando a las fuerzas de seguridad a actuar con mayor dureza contra los “adversarios de la integridad territorial de Marruecos”.

Horas después de llegar a España, Aminatou Haidar iniciaba una huelga de hambre para reivindicar que le reintegrasen su pasaporte, para poder volver a su país, donde residen su pareja, su madre y sus hijos.

Ésta es la breve exposición de hechos que acaecieron hace apenas un mes (puedes ampliar la información a través de la denuncia que la propia Haidar puso ante la comisaría de policía del aeropuerto de Lanzarote -http://www.saharalibre.es/docs/DenunciaAminetu151109.pdf-) y que ha puesto al gobierno español en un grave brete diplomático, por acoger dentro de nuestras fronteras a la activista saharaui, no lo olvidemos nunca, por CAUSAS HUMANITARIAS.

Puede que a nivel personal la actitud de Aminatou Haidar, quien se ha negado a aceptar las muchas y muy diversas soluciones que el gobierno español le ha brindado para volver a El Aaiún, me provoque una fuerte irritación, por su empecinamiento y por su empeño en equiparar al gobierno español con el marroquí (creo que la arbitrariedad de los gobernantes de este país está muy lejos todavía de las leyes democráticas por las que se rige el nuestro). Pero, como persona que imagina un mundo mejor, no puedo dejar de maravillarme por el temperamento mostrado por esta mujer frágil que ha vuelto a poner en primera línea informativa un problema que lleva más de treinta años sin encontrar una solución efectiva y que ha demostrado en muchas ocasiones la inoperancia de una organización como la ONU, que, en los últimos días, apenas ha tomado una posición clara y valiente en el conflicto Haidar.

Al menos, toda esta situación está permitiendo que la atención de la opinión pública se centre, de nuevo, en la difícil cotidianeidad que se vive en el llamado Sáhara Occidental y que lleva tres décadas sin encontrar una solución definitiva. En pleno siglo XXI es vergonzante que todavía existan territorios sometidos al colonialismo de determinados países o que, cuando acaban de cumplirse 20 años de la caída del Muro de Berlín, todavía haya muros que lejos están de poderse derribar. No debemos olvidar que hubo una época en la que el Sáhara Occidental fue provincia española, con la consiguiente responsabilidad moral que ello nos impone sobre la situación que viven los refugiados saharauis.

El tiempo corre contrarreloj para Aminatou Haidar, una mujer con graves problemas de salud derivados de los años que ha permanecido retenida en cárceles marroquíes por defender sus ideas y el derecho de autodeterminación de su país. En las últimas horas, el debate se ha trasladado a si el gobierno español puede o debe alimentarla o no contra su voluntad. La disyuntiva es difícil de solventar. Solo un juez puede determinar si el gobierno español puede o no actuar en este sentido.

La situación sobrepasa la vertiente política y se ha convertido ya en una situación humanitaria. Existen casos análogos en los que se actuó en contra de los deseos de la persona que seguía la huelga de hambre. En los tiempos que corren, no podemos permitirnos el lujo de prescindir de personas como Aminatou Haidar. Las futuras generaciones nunca nos lo perdonarían.

Ana Cruz

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